Fue nominado al Martín Fierro 2017. Lleva grabados 7 discos de música de cuarteto, entre ellos un disco homenaje a Palito Ortega con la dirección artística de Ortega. Es productor discográfico y director del sello Mona Records, donde edita sus discos y los de su padre.

En el marco de la 12° Edición de FEPI Rosario 2018, donde Carli Jiménez presentó "EL CUARTETO, Y LA AMENAZA DEL REGGAETON, EL TRAP Y LA GLOBALIZACIÓN MUSICAL",  Dopler Agencia de Noticias de Diseño conversó con él sobre esta temática.

"El cuarteto no es sólo un un estilo musical, está en el ADN de los cordobeses, es el humor, es el fernet. Hablar del cuarteto es conocer una provincia, una cultura, porque la persona que va a un baile no va a escuchar el hit, la canción, sino más bien va a encontrarse con toda una experiencia: con sus diálogos, con sus códigos, con su lugar. Nosotros conocemos muy bien al público que baila cuarteto porque entendemos sus costumbres, sus gustos. Es un género que está legitimado hace muy poco y que aún sigue teniendo detractores de sobre si es un estilo que representa a una provincia o si es folclore, o si debería ser estudiado en los colegios".

Nos relató la historia del cuarteto y sus altibajos en la sociedad argentina."En la dictadura mi viejo era detenido, hacían razia policial por convocar gente y él no se iba del pabellón donde estaba detenido hasta que no se fuera el último bailarín porque era su responsabilidad. Por eso el sábado a la noche lo metían en cana y el domingo lo teníamos que esperar para que lo liberaran a las 6 de la tarde. Llegaba a casa sin dormir, se pegaba un baño y volvía a cantar. Sin embargo, en ese momento, se hacían canciones como "cortate el pelo cabezón" como un guiño para todos los que se tenían que cortar la "capelu" para hacer el servicio militar".Las letras del cuarteto no son contestatarias, ni de protesta ante la adversidad cultural, sino que cuentan historias de vida que indirectamente están haciendo un reclamo social.

"Yo nací en un barrio de clase alta y tenía vecinos jueces, escribanos, empresarios que pensaban que tenían como vecino al negro que canta cuarteto. Entonces era una revolución en el barrio y yo era víctima de bulliyng, no me invitaban a los cumpleaños, ni querían saber nada conmigo. Mi viejo cada vez que se iba de gira traía un souvenir, en este caso un enano de jardín que puso en la puerta de casa. Un día voy a un cumple de una amiga a la vuelta de mi casa y el padre escribano me dice: "Por favor decile a tu papá que me saque ese enano, que la cotización del barrio se nos está viniendo abajo". Le dije a mi papá y ¿qué hizo? fue a pedir dos enanos más. Hasta el día de hoy si tienen la oportunidad de pasar por casa, no es la sucursal de Blancanieves, es la casa de la Mona. creo que esa fue una respuesta pícara, ya que podría haberse enojado. sin embargo él lo manifestaba de esa manera".

A su esposa, Lucía la conoció en un baile donde había mucha razia policial y escribió una canción: "El merodeador" hablando sobre la figura del merodeo y el código de faltas, donde la policía puede detenerte por portación de rostro. Carli cree que a través de las canciones se pueden cambiar las cosas de acuerdo a lo que se está comunicando y a la sensibilidad con la que uno se dirige.

Con respecto a la relación con "la Mona" explicó que si bien estaban distanciados, una internación por pulmonía de su padre los volvió a acercar. De esa reconciliación, surgió la posibilidad de hacerle el aguante al padre ante la falta de un músico. “Mi viejo me ofreció acompañarlo y subir con él al escenario para cantar un par de temas –cuenta Carli entre risas–. Así que subí y me entraron a silbar y a tirar de todo. Fue una jugada maestra de mi viejo y ahí empezamos a cantar juntos y conectamos de una manera que nos miramos, cantamos, nos reconocimos como padre e hijo y como amigos".

Es fundador de la "Escuelita de Cuarteto" una ONG sin fines de lucro con el objetivo de acercar a la música a los niños y jóvenes de menor poder adquisitivo. La institución ofrece clases gratuitas de distintos instrumentos, así como también de canto, baile, pintura, dibujo, locución y otras expresiones artísticas. "La escuelita es una experiencia que nos movilizó a todos los que estamos involucrados. Compartir, enseñar, aprender, promover nuestra música y cultura mientras ayudamos a quienes más lo necesitan; fue nuestro sueño y lo estamos haciendo realidad”, dice Carli Jiménez.