La serie de imágenes comenzó retratando algunos hábitos de Elijah que volvían loco a Archibald. De acuerdo con el fotógrafo, el niño hacía cosas con su cuerpo que no podían hacer que dejara de realizar. Por ejemplo, ponerse en el borde del sofá, o tirarse en el pasto del jardín todos los días a escuchar música. También se metía apenas podía en un contenedor de juguetes de plástico, que terminó siendo una de las imágenes más emocionantes y emotivas de la serie.
Una vez que comenzó a capturar estos momentos en sus fotografías, los roles se fueron invirtiendo un poco. Elijah no quería ser solamente el modelo, sino que además disfrutaba de la participación en las fotos. Cuando Archibald le mostraba una foto de uno de sus comportamientos, el niño sugeriría un nuevo espacio o una nueva forma de hacerlo. Tanto el padre como el hijo estaban interesados en el procedimiento a través del cual obtener una buena foto. ?Teníamos un sentimiento mutuo de descubrimiento?, confiesa su padre.
De acuerdo con Archibald, su proyecto Echolilia le ayudó a comprender la situación, a entender su rol como padre pero, fundamentalmente, a aceptar las diferencias de su propio hijo. Los hábitos que en un primer momento lo volvían loco adquirieron una nueva luz a través de las fotos. En Echolilia, padre e hijo están comenzando a crear un lenguaje visual propio a través del cual, a falta de palabras que los dos puedan entender en el mismo nivel, les permite comunicarse y establecer una relación. De hecho, el joven Elijah está recibiendo una atención positiva hacia sus rituales, tiene algo que compartir con su papá y hasta se ha animado a tomar sus propias fotografías