Fue mi primer maestro y mi primer contacto con el arte. Aprendí cosas que no sabía. Cómo lavar pinceles de pelo de marta con agua caliente, cómo colgarlos, luego, cabeza abajo, para que la tinta china no penetrara en el cabo, dónde quedaba la imprenta Platt, la histórica Familia Italiana y Clancy, por supuesto, con el inefable Joaquín.
Fuimos juntos a Europa y vivimos en el hotelucho de la Paix, sin ascensor y con agua caliente medida. Luego a Londres, donde visitamos el Design Research Unit de Misha Black y a Bob Gill, Colin Forbes y Alan Fletcher, un poco antes de que fundaran el mítico Pentagran. Comimos sardinas inglesas en un puesto callejero y el gallego que nos atendía no supo explicarnos "si las sardinas inglesas no saben a mar" o si las mujeres inglesas "no saben amar".
Ayer Macció tuvo que irse. Se fué mi primer maestro.
Gracias Rómulo.