Ronald Shakespear

Plataforma Lavarden I Revisitando los Sesenta

Se podría decir que no soy un fotógrafo. Apenas un ladrón de recuerdos. Papá me regaló mi primera cámara, una Zeiss Icon con fuelle. A él le gustaba mucho sacar fotos. Años más tarde tuve mi Leica F3, aquella del lente retráctil que usaron los espías y algunos reporteros de guerra como el gran Robert Capa. Cuando fui al África compré una Hasselblad con un tele corto para retratos. Aún tengo las tres. Luego llegaron las digitales, tan eficaces por cierto. Amo, miro y leo a Richard Avedon y a Jacques Henri Lartigue. Dos poetas de la luz. También a Henri Cartier Bresson e Irving Penn. “Todo aquello que el retratado hace frente a la cámara, también forma parte del retrato”, dijo Avedon. Estuve una tarde inolvidable con Borges en la Biblioteca Nacional. Un regalo que me trajo la vida. Viajé con Roldofo Walsh a Chile y visité a Orson Welles en su casa de Madrid. Orson me llevó a la Plaza de toros y me dijo -muy al pasar- “jamás pidas permiso. Jamás.” Después del naufragio, me llevaré a la isla desierta al Ciudadano Kane con el iluminador Gregg Toland,un genio innovador. Y todo cambió desde entonces. También estuve con el Mono Villegas en casa de mis amigos Felisa Pinto y Rubén Barbieri. Con Arturo Frondizi, Leguisamo, Jorge Alvarez y el -por entonces pequeño- Dominic Miller, guitarrista de Sting. Paco Urondo, Manucho Lainez y muchos más. Tomé fotos de los monstruos escultóricos en el parque Bomarzo de Viterbo, en Salvador Bahia, la obra de Gaudí en Barcelona, en la Gran Muralla China y en Costa de Marfil. Hago fotos por impulso. A veces me salen bastante bien. Otras -muchas- no. Con aquella Leica hice las mejores -creo- de Caras y Caritas en el 1966. Hago diseño hace más de medio siglo pero Revisitando los Sesenta son y han sido mi libertad.” Ronald Shakespear

Inauguración: Jueves 4 de septiembre, 19h. Sala de las Miradas
Visitas desde el jueves 4 al sábado 27 de septiembre. Entrada gratuita

Las fotos son Shakespear

Por Sandra Wheeler. Richmond, Virginia

Richard Avedon escribió: “Las imágenes tienen para mí una realidad que la gente no tiene. Es a través de las fotos que conozco a la gente”. Tal vez la mejor forma de conocer a Ronald Shakespear sea a través de estas fotos. Ellas hablan volúmenes sobre su creador: Ronald abraza a la humanidad en todas sus manifestaciones: niños, locos, escritores, editores, músicos, políticos, payasos, modelos, pintores, amigos. Es honesto, disciplinado y generoso: sin artificios, pretensiones, superficialidades ni artilugios. Es un gran relator-observador en las respectivas tradiciones de Borges, Calvino y Whitman: el corazón pleno, la sonrisa cálida, los ojos chispeantes detrás de la lente de una Leica F3, el leve perfume del tabaco para pipa. Ha logrado profundas amistades y conexiones humanas: niños libres y para nada tímidos; políticos que reflejan integridad, como en un espejo del respeto que Ronald les demuestra. Ronald acepta los momentos melancólicos de la vida, su locura, y los seres queridos que se van; “¡Lorenzo, encendé la parrilla! ¡Viene Alan!” Lo empujan los claroscuros dramáticos y la oscuridad; lo atraen la belleza, la pureza y el virtuosismo: ¿El ojo iluminado de Jorge Luis Borges es el punctum de Roland Barthes? ¿Es este el detalle inconspicuo que revela el intelecto y la fascinación de Shakespear, su talento natural para los hallazgos, la resonancia emocional de sus imágenes? Es un artista y acróbata paciente: su cámara danza de manera sigilosa, ágil y fluida, capturando lo que Robert Frank llamó los “momentos intermedios” de la realidad: el gesto inconciente, una sonrisa, el retrato “Wellesiano” de Welles. Tiene nostalgia de los sesenta, el momento en el que descubrió y refinó su voz y su visión transcendentales: los sujetos evocadores de Strand, el coraje y la curiosidad de Arbus, el instinto nómada y la sensibilidad etnográfica de Frank y Evans, el ingenio y la espontaneidad de Winogrand. Las fotos exclaman: “¡él es una vida magnífica!” Ronald Shakespear es un poeta argentino.

Los retratos de Shakespear

Por Leslie Wolke. Austin,Texas

“Los grandes artistas ignoran los límites tradicionales de la empresa creativa. No se rinden ante el canon exclusivo edificado durante generaciones por quienes los precedieron. En lugar de ello, siguen a su musa, con frecuencia pasando de un medio a otro para descubrir y declarar su visión a través de una cambiante paleta de herramientas artísticas. Cuando un artista salta el abismo que separa a una clase de expresión artística de otra, se revela la esencia del artista. El mirar dos obras de la misma persona en dos medios distintos nos permite eliminar los elementos formales de cada obra-objeto y encontrar los hilos que las conectan entre sí y con su creador. Hoy conocemos a Ronald Shakespear como un diseñador con una extensa cartera de celebrados proyectos de identidad gráfica y ambiental. Pero en la década de 1960, una de sus principales formas de expresión visual era el retrato, cuando utilizaba la fotografía en blanco y negro para capturar a amigos y celebridades en momentos de intimidad. En su próximo libro, Retratos de los Sesenta, comparte esas fotografías una vez más — y hoy, con el beneficio del tiempo y la amplitud de su carrera como diseñador, podemos apreciar los hilos que unen a esas fotos con el resto de la obra de Shakespear. Como sus logos más exitosos, esos retratos son gestos simples, pero icónicos en su capacidad de comunicar mucho dentro de un formato modesto. Su retrato de Jorge Luis Borges es un esbozo del poeta-filósofo en la formal elegancia de su oficina en la Biblioteca Nacional Argentina — un estudio afectuoso y fiel de esta figura pública. Espero con ansias poder recorrer las páginas de Retratos de los Sesenta para adivinar más del lenguaje visual esencial de Shakespear, y para conocer a quienes eligió reflejar en sus líricos retratos”.

La vida, en toda su intensidad

Por Jorge Frascara. Cholula, México

“El primer día de clase un amigo mío que enseñaba fotografía mostraba a los estudiantes una foto de un gato y les preguntaba: “¿Qué es?” Todos respondían, un poco sorprendidos, “Un gato!” A lo que él siempre contestaba: “No. Es la foto de un gato.” Las fotos de Ronald son, antes que nada, fotos. Son fotos de la luz que cae sobre las cosas y que, de alguna manera, las descubre (y las cubre); directas, robustas, salvajes, más sombra que luz. Los personajes vienen después. Todas son un autorretrato, un retrato de la intensidad como tema fotográfico. De nuevo, puro Ronald: así es su conversación. Así es su lenguaje. Así son sus señales. Frontales, directas, sin vueltas ¿Por qué debería ser diferente su fotografía? ¿De donde surge? No pertenece a la ilustre tradición de la fotografía misma. ¿Avedon? Lo admira, pero no lo imita. ¿Cartier Bresson? La manera de enfrentar el sujeto sí, pero la forma de visualizarlo, no. ¿Robert Capa? ¿El fluir de los momentos, la intensidad cruda de sus fotos movidas de la invasión de Normandía?… Tal vez la imagen de Ronald viene más del cine: ¿Bergman? (Otro amante del medio que usaba), ¿o el mismo Orson Welles de su foto, con su lenguaje de contrapicadas y sus tonos contrastados?Decidido a hacer bien lo que hacía (como siempre), Ronald se compró una Hasselblad. Era la época en que nos encantaba la calidad de superficie de los grises y los negros. El único laboratorio accesible capaz de hacer algo bueno en aquel momento, revelando los rollos con revelador de grano fino, era “Ellinger,” en Viamonte y Maipú, donde unos alemanes minuciosos hacían maravillas con películas de 35 mm. A uno se le hacía agua la boca con el formato 6×6. Monumental. La Hasselblad era el pasaporte a la foto profesional. Ni qué hablar cuando en 1969 fue a la Luna. Seguro que se vendieron muchas Hasselblad. Pero no aparecieron muchos Ronald Shakespear. Ronald, sin embargo, sacó muchas de sus fotos con una histórica Leica F3 -aquella de los espías- con la lente retráctil que permitía llevarla en el bolsillo de la chaqueta. También hay que pensar en los personajes que elegía para sus fotos: las fotos son fuertes, pero los personajes también. Era un momento heroico esos años ’60. No sé qué había en el ambiente ¿tal vez nuestra juventud? Pero nó, había algo más, algo que impulsaba a la gente en el mundo occidental a romper barreras, a hablar claro, a inventar la propia vida. Un poco como fueron los años ’20: y no como los ’30, ni los ’40, ni los ’50. Los ’60 fueron años de salir a explorar los límites de lo posible. Es en ese contexto explosivo del Pop, de los Hippies de San Francisco, de la moda de Mary Quant, de Carnaby Street, de La Menesunda, del Instituto Di Tella, que sale Ronald con su cámara a documentar el momento fugaz. Sus modelos no posan, pasan. Ni siquiera parecen notar la presencia del fotógrafo, que está ahí, con ojo caravaggiesco esperando el momento mágico en que la luz, la sombra y el personaje confluyan para potenciar la imagen. Eso es lo que tenemos el privilegio de ver hoy, de nuevo, gracias a esta nueva edición de Caras y Caritas: la vida, en toda su intensidad”.

Más sobre Ronald Shakespear

Nació en Rosario en 1941. Fue Profesor Titular de la Cátedra de Diseño FADU-UBA y Presidente de ADG. Funda su estudio hace 52 años. Hoy dirige Diseño Shakespear con su hijo Juan. Lorenzo co-dirigió el estudio durante 25 años. Hace dos años fundó su nuevo bunker. Fue jurado internacional del Art Directors Club de New York, del Segd Design Awards (Washington DC), del Poster for the Future (Francia), del Premio Citroën y es jurado permanente del concurso Innovar. Obtuvo el Lápiz de Plata al Diseñador del año, el premio Konex, el premio Klaukol-Cayc a la Trayectoria y el Golden Brain. Ha recibido el premio Fellow Award de la Society of Enviromental Graphic Design en 2008,que por primera vez se otorga a un latinoamericano. El premio ha sido concedido anteriormente a Massimo Vignelli, Lance Wyman, Robert Venturi, Ivan Chermayeff, Deborah Sussman, entre otros. En abril 2012 fue declarado Diseñador Distinguido de la Ciudad por el Consejo Municipal de Rosario. Su último libro “Señal de Diseño, Memoria de la Práctica” fue editado por Paidós y reeditado en Alemania. Ha brindado conferencias y workshops en cuarenta y dos ciudades del mundo y su obra ha sido publicada en libros y revistas de todo el mundo. Las muestras antológicas de Diseño Shakespear han recorrido el Katzen Arts Center de Washington, AIA Branch House de Richmond, el Museo Nacional de Bellas Artes, la Bienal del Cartel de Xalapa, el Centro Cultural Borges y el Museo de Arte Moderno. Sus obras han sido expuestas también en el Centre Georges Pompidou de Paris y en la Triennale Icsid de Milan. Diseño Shakespear es autor de la señalización del Subte, el bioparque Temaikén, el Tren de la Costa y co-autor de la señalización de los Hospitales Municipales y la señalización urbana de Buenos Aires, entre muchos otros megaproyectos. Ha diseñado 1600 marcas en los últimos cincuenta años. Sus fotografías fueron publicadas por Jorge Álvarez Editor en 1966 en el libro Caras y Caritas y son parte de colecciones privadas y museos. Su retrato más famoso —Borges en la Biblioteca— figura en la exposición permanente de la Fundación Jorge Luis Borges y en la Biblioteca Nacional.En 2012 se edita Revisitando los Sesenta con los retratos que hizo en esa década. El 2 de agosto de 2013 se le entregó el reconocimiento Maestro del Diseño en la Universidad de Palermo y el mismo año lo distinguen como Profesor Honorario de la FADU-UBA-donde enseñó en los años ochenta. Ronald vive, trabaja y escribe en Buenos Aires. Sus amigos lo llaman Rolan.

 

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