El diseñador gráfico Jock Kinneir (1917-1974) y su asistente Margaret Calvert (1936 -) diseñaron un sistema de señalización ...ejemplar en el que se coordinaban la tipografía, colores, formas y símbolos para las nuevas autopistas en la década de 1950 y en las carreteras a mediados de 1960 en Gran Bretaña.

Fue la primera vez en la historia que los mensajes se imprimieron sobre chapas en mayúsculas y minúsculas y creó el mejor mapa gráfico de circunvalación de autopistas conocido hasta el momento.

Su sistema, uno de los proyectos de diseño más ambicioso jamás llevado a cabo en señalización en Gran Bretaña, fue y es un modelo para la señalización vial moderna en otros países y se encuentra todavía en uso hoy en día.

Jock fue nuestro gurú durante la Señalización de Buenos Aires que hicimos con Gonzalez Ruiz (1971-1972).

Recuerdo dos cosas fundamentales que dijo Jock Kinneir: 1- “Estos megaproyectos de diseño de escala urbana son una prueba que nos manda el destino para demostrar nuestra capacidad de permanencia”. 2- “El Hombre habla en minúsculas, grita en
mayúsculas”.

Por largos años, desde entonces, y ya involucrado en obras que son conocidas en el mundo como obras devoradoras de hombres por aquello de la interdependencia, la interdisciplina, la interacción con fuerzas de poder diversas que confluyen al hacer y a la gestión, no he podido menos que pensar en Jock Kinneir y en el afán de permanencia.

También ha sido dicho que esta naturaleza perceptiva del oficio del diseño tiene algo que ver con el narcisismo, con la egocentría y que, de alguna manera, entiendo que arrastra una parte de la verdad.
Este afán denodado por fijar unos pedazos de fierros con letras y figuras al hormigón de las ciudades, para que fijados allí, vivan la vida de la gente de la ciudad anclados a los muros y más allá del tiempo, tiene que ver efectivamente con el afán de permanencia.