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En todas mis películas siempre hay un puente con la realidad

Dijo Juan José Campanella, director de cine y televisión, guionista y productor argentino.El 26 de abril, brindó una MasterClass en el marco del Festival Académico de Cine Universitario – FACIUNI en la Facultad de Diseño y Comunicación de la Universidad de Palermo.

En el marco del Festival de Cine Universitario (FACIUNI), organizado por DIRECTVJuan José Campanella se presentó en una MasterClass orientada a fanáticos del cine, estudiantes de carreras audiovisuales y periodistas.

 
FACIUNI tiene como objetivo reunir a estudiantes de cine de Latinoamérica y promover el intercambio académico entre éstos, fomentando el crecimiento de la industria cinematográfica. En la primera edición del festival participaron Eliseo Subiela y JuanPablo Laplace. Previo a la charla del director ganador del Oscar por El secreto de sus ojos, se presentaron los cortos ganadores del certamen de Becas DIRECTV Cinema Plus que anualmente reconoce a estudiantes de cine de toda la región.
 
Es muy importante tener en claro qué quiere hacer uno, en qué rubro del cine se quiere estar”
 
Tanto en Argentina como en Nueva York, trabajé con muchos profesionales. En argentina del '79 al '83, casi no había escuelas de cine, entonces no había gente recibida de cine que enseñara”, expresó el director a modo de inicio de la charla. Además, Campanella aclaró que “el Oscar fue para la película, es decir para todo el equipo” y no para él como director.
 
Recordó uno de los consejos que le brindaron en sus inicios, cuando un profesor del Master de Bellas Artes de la Universidad de Nueva York les dijo que solo 1 estudiante de los 70 que había en la clase iba a lograr vivir del cine. “Siempre recomiendo no trabajar mientras se estudia, si es posible. Es muy importante tener en claro qué quiere hacer uno, en qué rubro del cine se quiere estar. Los todo terreno están confusos durante mucho tiempo y corren riesgo de terminar haciendo algo que no les gusta. Yo decidí dirección, guión y montaje. Cuando empecé a estudiar cine en el 79, en el 80 empecé a trabajar como asistente de dirección. Hice dos comerciales y me fui corriendo”, recomendó Campanella.
 
En el '88 realicé mi tesis, que era un corto, volví, estuve 6 meses y no conseguía trabajo. El corto ganó el premio Ferrand. La carrera de montajista me gustó mucho y es donde más disfruto”, agregó el director respecto a sus estudios y agregó: “En el primer semestre, teníamos clases teóricas y muy poco de práctica, el segundo semestre era hacer las películas. Cuando la profesora expuso los trabajos en la clase de montaje fue lapidaria. La chica que presentó el corto era muy amiga mía, nos fuimos a tomar un café después, en el año '86, alquilamos una moviola de 6 platos, hice un montaje y cuando lo presentamos, me dieron la beca de asistente de cátedra de montaje”.
 
Campanella habló además sobre sus primeras experiencias laborales: “Mi primer trabajo de actuación fue con Porcel, para mí fue tocar el cielo con las manos”. Luego, opinó sobre Hugo Sofovich: “Era una persona maravillosa, lo recuerdo con mucho cariño, aprendí de él cómo tratar a un equipo; él le ponía muchas ganas. En esa época, Porcel y Moria tenían teatro por la noche, por lo cual eran 6 horas corridas de filmación por la poca disponibilidad de horarios. Ahí yo era asistente de dirección”. El profesional prosiguió con la diferenciación de los roles: “En el cine están muy bien separados los trabajos, si hacés algo que no te corresponde te cortan la mano, es muy importante respetar el lugar del otro, que no quieras ayudar y demostrar que otra persona necesita tu ayuda, uno hace su trabajo. Esto en el buen sentido, si tenés tu trabajo hay una mezcla de todo: sindicales, de seguro. En un equipo, la gente es muy cuidadosa con hacer lo que corresponde”.
 
La carrera de montajista me gustó mucho y es donde más disfruto”
 
En cuanto a su vuelta al país, Campanella confesó: “Fue una necesidad interna muy fuerte, siento que mi mejor trabajo lo hice acá. Uso la artesanía de dirigir para guiones de otros, es útil a veces hacer cosas escritas por otros, no está tanto la presión, que internamente cada vez es mayor. El mismo amor, la misma lluvia tuvo 15 versiones, Luna de Avellaneda tuvo reescrituras muy importantes pero se hizo dentro del año y medio con cambios realmente abruptos”.
 
La película que estoy haciendo ahora la estamos trabajando hace 6 años con Sacheri”, anticipó el director. También abordó la temática de los bocetos del guión y profundizó en cómo se desarrolló Luna de Avellaneda como ejemplificación: “Me gustó siempre que el primer boceto sea algo semi-inconsciente. Eso nos pasó mucho en Luna de Avellaneda porque uno ahí descubre el tema. Es raro empezar con eso, es muy abstracto, en el caso de Luna conocimos el club, habíamos ido para investigar para otro proyecto, nos involucramos con la gente y cuando volvíamos con Fernando Castex en el auto nos dimos cuenta que la historia de esa gente y de ese lugar era mucho mejor que en lo que estábamos trabajando. Fuimos a las reuniones de comisión, partidos de básquet, pasábamos tardes enteras en el club, durante dos o tres meses. Después, en un mes, escribimos un boceto, un tratamiento (escribir escena por escena lo que va pasando en orden cronológico) los 3 juntos, nos juntábamos en Notorius desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Prefiero tener una base más de los grandes mojones y ver después cómo llega, con esa manera descartamos muchas cosas. Cajoneamos el guión para olvidarlo (es un ejercicio muy bueno) y cuando volví a leerlo, me di cuenta de lo que escribimos y del tema que emergía. Muchos personajes en distintos momentos abordaban el tema de la dignidad, había actitudes dignas, entonces nos dimos cuenta que ese era el objetivo emocional en los personajes. Ahí voló una historia entera, seis escenas; ya con ese foco. Si hubiéramos empezado con el tema nunca se nos hubiera ocurrido un club”.
 
Respecto a los diálogos, expresó: “Me gusta que exploten la parte del humor, porque esa es la parte de la vida que elijo en mis mejores amigos. Se da naturalmente y está presente siempre. El tiempo va ordenando todo, incluso las cosas con los críticos, de hecho, con muchos de ellos a los que no le gustó El mismo amor, la misma lluvia, ahora nos juntamos a tomar un café cada tanto”.
 
Fue una necesidad interna muy fuerte volver al país”
 
El hijo de la novia nadie la quería aceptar, llegamos a Polka, se la pasaron a Adrián Suar, que no lo leía por una cuestión de tiempos. En ese momento, estaba haciendo La cena de los tontos con Guillermo Francella. Un día, Francella llegó temprano, vio el guión, lo agarró, lo leyó y le dijo a Suar que estaba buenísimo. A la semana siguiente, nos reunimos y empezamos con la producción”, contó el director sobre una de sus más inolvidables películas.
 
Campanella contó que luego de recibir el Premio Oscar en marzo de 2010, se abrieron puertas y empezaron a llegarle guiones, que rechazó todos, ya que estaba enfocado en la producción de Metegol. Sobre este proyecto, contó que fue el más complejo, seguido por Vientos de Agua. “Hacer una película animada es ver cómo se va secando la pintura de una pared recién pintada, es muy lento, nunca ves una escena. Estoy acostumbrado a llegar a la mañana, ver a los actores, reírme, emocionarme. Una de las cosas de las que estoy muy orgulloso de Metegol es la actuación; el animador mueve músculos, entonces teníamos que ver qué movíamos, construir así una actuación al principio era lindo pero en el 5to semestre empezó a ser muy tedioso”.
 
Antes de brindarle un consejo a los estudiantes presentes, habló sobre la nueva película que está grabando. El profesional contó que es la que le propuso a Sacheri antes de El secreto de sus ojos y aborda temas como la inmortalidad, la diferencia de clases, el legado que uno como persona deja, y reveló que será un policial con humor. “El protagonista es un profesor de física del conurbano, me estoy entrevistando con este tipo de docentes para ver cuáles son las problemáticas, es difícil pensar que podés dejar un legado cuando pensás que a la gente que tenés que enseñarle algo no le sirve ni lo va a aplicar”, expresó Campanella. Además, declaró que en todas sus películas siempre hay un puente con la realidad y se manifestó muy preocupado por lo irreconciliable en las clases sociales, que para él es “el gran problema argentino”.
 
Sobre su material, opinó: “A las 5 películas que hice acá y a Vientos de Agua los quiero mucho como trabajos, son muy distintos. Quizás por el efecto que tuvo, El hijo de la novia es muy autobiográfica; El mismo amor, la misma lluvia cambió mi vida, como El secreto de sus ojos; Luna de Avellaneda fue la menos exitosa en su momento, pero a lo largo del tiempo creo que es la película que más impacto tuvo extra-cinematrográficamente y eso a mí me gusta mucho”.
 
 
Mi nueva película aborda temas como la inmortalidad, la diferencia de clases y el legado que uno deja como persona”
 
Luego, brindó un consejo a los presentes: “A los que están empezando, piel de rinoceronte; me encuentro con jóvenes que me dicen que están hace 10 años en esto, que están cansados, que las cosas no se le dan y la verdad es que puedo sonar duro pero no despiertan ni la menor compasión porque si alguien con menos de 30 años me dice que está cansado, el cine no es para él. El desaliento, la agresión y las críticas a veces son cosas muy destructivas y uno tiene que tener mucha confianza en el potencial. Piel de rinoceronte, aguante, confianza, cinismo y paciencia”.
 
Sobre el conflicto en el INCAA, Campanella expresó: “Creo que fue una tremenda torpeza cómo se manejó todo esto. Rescato como toda la industria bancó la innegable honestidad de Alejandro Casetta, es una industria chica y todos hemos trabajado con todos; Casetta fue productor de Vientos de Agua y Luna de Avellaneda, es el tipo al que le das la mano y está todo solucionado. Fijate que salieron todos a defenderlo, fue una torpeza política impresionante por parte del Ministerio de Cultura. Alejandro estaba haciendo una excelente presidencia, con al nueva ley de fomento, algunas conquistas como que yo como director por ejemplo no podía pedir un crédito en el INCAA, nuestro nombre no valía nada; se dijo que él vino de la mano mía al INCAA y no fue así. Me llamaron para preguntarme cuál era mi opinión para nombrar a quien sea responsable de la institución y sugerí que se haga un consenso de que cada asociación vote tres nombres, luego les dábamos los 3 más votados y ellos elegían. Nos dieron una semana, así que al día siguiente nos juntamos en la academia, explicamos todo y a los dos días presentamos los nombres y del gobierno eligieron, esa fue mi participación”. Además, Campanella deseó que “ojalá se siga manteniendo este método de elección, ya que ocurrió todo muy rápido y no se cuestionó nada”. Caseta fue un candidato de consenso. Siempre puse en claro que a mí no me agarran de funcionario y todo esto prueba mi precaución”.

En cuanto a la corrupción en la institución, reveló: “Mi idea es que en general todos los Ministerios necesitan que se sepan mucho cosas específicas de una profesión, entonces debería haber un Director Admistrativo y otro con el mismo poder que se avoque a las decisiones del área en cuestión”.

 

A los que están empezando, les recomiendo piel de rinoceronte, aguante, confianza, cinismo y paciencia”

Destacó Qué bello es vivir y Nos habíamos amado tanto como íconos que marcaron la historia y ante la consulta de a quién le daría un Oscar, contestó que a Nino Manfredi.

Para concluir, contó: “Creo mucho en mostrar las películas antes de terminarlas a un público, con el primer corte, hacemos una función en Metrovisión, juntamos entre 70 y 90 personas, no puede ser ni gente del equipo, ni amigos míos ni de nadie que haya trabajado en la película, que no sepan nada, no nos conozcan, entro cuando está la luz apagada, te das cuenta, después hacemos un cuestionario y algunas preguntas específicas. Es muy importante esta instancia, al estar sentado ahí te das cuenta qué es lo que sobra, sentís donde la película se alenta, ves dónde están las risas, es increíble ver una película con 70 personas que no viste nunca, ahí volvés al montaje”. Ejemplificó: “Luna de Avellaneda duraba 40 minutos más, sacamos una escena, en El secreto de sus ojos fue muy útil también”.

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